La salsa y su vinculación con la política.
La habilidad de la cultura popular para producir
articular sentimientos puede cimentar una identidad, y ésta a su
vez, puede generar pensamiento y acción política. Sabemos quiénes
somos por los sentimientos que experimentamos y las respuestas que
damos a la vida, y lo que somos determina las preferencias y las
expectativas. (Street, 2007, p.24)
La salsa en su sentido, como expresión del mundo
vida popular, se refiere a un conjunto normas tradiciones y
costumbres propias del Caribe, es por esto que la salsa en sus
canciones hay un esfuerzo por poner las vivencias del pueblo que
reflejen sus alegrías tristezas, y a su vez hay una gran mayoría de
los ciudadanos se sienten identificados con lo que expresan aquellas
letras.
Por lo tanto la salsa como expresión del mundo de
vida popular, puede entrar en una relación de aceptación con la
política, o de rechazo si la canción alude a una crítica muy
fuerte a determinado gobierno. La situación de rechazo, se presento
en el continente cuando en pleno apogeo de la canción “El Padre
Antonio y su Monaguillo Andrés” está composición le fue
prohibida cantar a Rubén Blades durante una gira que realizaba por
los Estados Unidos durante la época de los ochenta. Es importante,
destacar que aquella canción de Blades alude a una crítica del
gobierno norteamericano, por la injerencia en la autodeterminación
de los pueblos latinoamericanos, en donde financian a grupos de
interés para derrocar a quién para el desarrollo de su política le
estorba.
En el caso contrario la aceptación de la salsa
responde a dos razones importantes a mencionar las cuáles son: la
primera, a una satisfactoria relación con la política, y la segunda
a una masificación profunda del arte.
“La cultura popular puede entrar en estrecha
relación con la política, en especial con el concepto de
ciudadanía, es decir, con el derecho a pertenecer a algo y a ser
reconocido como tal, precisamente porque ofrece formas de identidad”.
(Street, 2007, p. 25).
En consecuencia la cultura salsera más que
asociarse directamente a la política interviene como un medio de
expresión social, contra la práctica política ineficaz que no
logra disminuir las desigualdades sociales. Es por esto, que la
salsa, en sus canciones lo que intenta poner de manifiesto en el
escenario, y mostrar a las sociedades es una concepción del mundo
acompañado de una retórica, alegre y dinámica instrumental
envidiable, envía un mensaje desafiante al sentido común que
predomina en el colectivo.
La habilidad que demuestra la cultura popular para
expresar pasiones y retos la convierte en una forma de gestión
política, que naturalmente, puede utilizarse con efectos positivos o
negativos, en justa correspondencia con las ideas liberadoras u
opresivas que surgen en cada momento en su seno. (Street, 2007, p.
27)
Muchos de los políticos, en un intento de buscar y
conquistar votos y seducir a un electorado se dirigen sin más
preámbulos a la cultura popular. Es decir los políticos buscando la
popularidad, y la aceptación de las masas se vinculan con
representaciones de lo popular. Por poner un ejemplo, el Estado
venezolano hace poco menos de un año ofrece un concierto abierto y
gratuito a todo el público, invitando a estrellas del ámbito
nacional e internacional, entre las que podemos mencionar a Oscar de
León, Calle 13, Orquesta los Bam Bam de Cuba, Café Tacuba entre
otros. Pero lo cierto de todo, es que con la realización de este
concierto, el Estado sale fortalecido, porque logra compaginar su
discurso de popular con las estrellas que invito, por otra parte
sumado a lo anterior sale del evento una masa alegre y eufórica por
ver a sus estrellas, sin pagar nada.
En este sentido esta acción del Estado puede
catalogarse como “Populismo Cultural”[1],
en donde la apreciación demagógica que se tiene del arte y en
especial de la música sirva de estrategia para captar votantes para
las próximas elecciones.
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