martes, 7 de abril de 2015

Salsa y Política 4° Parte

La salsa y su vinculación con la política.


 
La habilidad de la cultura popular para producir articular sentimientos puede cimentar una identidad, y ésta a su vez, puede generar pensamiento y acción política. Sabemos quiénes somos por los sentimientos que experimentamos y las respuestas que damos a la vida, y lo que somos determina las preferencias y las expectativas. (Street, 2007, p.24)

La salsa en su sentido, como expresión del mundo vida popular, se refiere a un conjunto normas tradiciones y costumbres propias del Caribe, es por esto que la salsa en sus canciones hay un esfuerzo por poner las vivencias del pueblo que reflejen sus alegrías tristezas, y a su vez hay una gran mayoría de los ciudadanos se sienten identificados con lo que expresan aquellas letras.


Por lo tanto la salsa como expresión del mundo de vida popular, puede entrar en una relación de aceptación con la política, o de rechazo si la canción alude a una crítica muy fuerte a determinado gobierno. La situación de rechazo, se presento en el continente cuando en pleno apogeo de la canción “El Padre Antonio y su Monaguillo Andrés” está composición le fue prohibida cantar a Rubén Blades durante una gira que realizaba por los Estados Unidos durante la época de los ochenta. Es importante, destacar que aquella canción de Blades alude a una crítica del gobierno norteamericano, por la injerencia en la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos, en donde financian a grupos de interés para derrocar a quién para el desarrollo de su política le estorba.

En el caso contrario la aceptación de la salsa responde a dos razones importantes a mencionar las cuáles son: la primera, a una satisfactoria relación con la política, y la segunda a una masificación profunda del arte.

“La cultura popular puede entrar en estrecha relación con la política, en especial con el concepto de ciudadanía, es decir, con el derecho a pertenecer a algo y a ser reconocido como tal, precisamente porque ofrece formas de identidad”. (Street, 2007, p. 25).

En consecuencia la cultura salsera más que asociarse directamente a la política interviene como un medio de expresión social, contra la práctica política ineficaz que no logra disminuir las desigualdades sociales. Es por esto, que la salsa, en sus canciones lo que intenta poner de manifiesto en el escenario, y mostrar a las sociedades es una concepción del mundo acompañado de una retórica, alegre y dinámica instrumental envidiable, envía un mensaje desafiante al sentido común que predomina en el colectivo.

La habilidad que demuestra la cultura popular para expresar pasiones y retos la convierte en una forma de gestión política, que naturalmente, puede utilizarse con efectos positivos o negativos, en justa correspondencia con las ideas liberadoras u opresivas que surgen en cada momento en su seno. (Street, 2007, p. 27)

Muchos de los políticos, en un intento de buscar y conquistar votos y seducir a un electorado se dirigen sin más preámbulos a la cultura popular. Es decir los políticos buscando la popularidad, y la aceptación de las masas se vinculan con representaciones de lo popular. Por poner un ejemplo, el Estado venezolano hace poco menos de un año ofrece un concierto abierto y gratuito a todo el público, invitando a estrellas del ámbito nacional e internacional, entre las que podemos mencionar a Oscar de León, Calle 13, Orquesta los Bam Bam de Cuba, Café Tacuba entre otros. Pero lo cierto de todo, es que con la realización de este concierto, el Estado sale fortalecido, porque logra compaginar su discurso de popular con las estrellas que invito, por otra parte sumado a lo anterior sale del evento una masa alegre y eufórica por ver a sus estrellas, sin pagar nada.

En este sentido esta acción del Estado puede catalogarse como “Populismo Cultural”[1], en donde la apreciación demagógica que se tiene del arte y en especial de la música sirva de estrategia para captar votantes para las próximas elecciones.

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